domingo, 4 de octubre de 2009
Facturas.
El 2009 encara ya esos tres meses que ponen fin a casi todo. Como si de un ritual se tratará tocará decir adiós a este año y nos encontraremos con uno nuevo que sólo psicológicamente servirá para un cambio. Ya podemos ver las listas de los mejores discos de la década para medios como Pitchfork, también han ido haciendo lo propio sus ‘homólogos’, cada día más insoportables en su ensimismamiento, de JNSP. Morir de éxito, o morir intentando emular a un ídolo. No sé de qué han muerto los redactores de El cliché, pero lo que es seguro es que la red se ha librado, al menos momentáneamente, de ese estilo tan prescindible. Por el contrario la TV se ha vuelto a convertir, si es que en algún momento dejó de serlo, en esa caja llena de personajes que sólo aportan sus escasas y ordinarias vivencias, que hacen de lo miserable algo categórico y dejan la cultura en lo anecdótico. Es desolador sí, pero no sorprendente, como tampoco lo son esos tres trillizos, que no lo son, y que sueltan una pluma desbordante; por cierto que ellos no son redactores de ese medio ahora casi cerrado.
Musicalmente llevamos un año bastante bueno si nos alejamos de lo comercial donde parecen tener una severa nostalgia por los 90s. Whitney Houston ha publicado, con cierto éxito en USA, un disco que sólo sirve para hacer suyo lo de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’ y cuyo título bien podría haber sido ‘Y mi voz hizo crack’. Mariah Carey también tiene nuevo disco sin que suponga ninguna novedad. Por último Madonna se despide de Warner con un deslucido recopilatorio que se quedará a una distancia sideral de The Immaculate Collection. Christina Aguilera ha decidido posponer su disco plagado de figuras indies para el año que viene. Y Britney Spears que no debe poder pagar su hipoteca, publica un nuevo disco de grandes éxitos, prescindible no, next.
Pero en este revival de los 90’s hay aún más cosas, The Cramberries vuelven a reunirse, Robbie Williams publica nuevo disco, y hasta ya podemos proclamar la muerte Zapatero. Nuestro país vive un regresión directa a 1996. Solo un optimista tan fuera del planeta como el marciano que nos gobierna puede creer en un triunfo de la izquierda anémica que es el PSOE hoy. Al otro lado los conservadores, que creen que el país es su cortijo afilan cuchillos para asaltar el poder, un descuido y zas!...Sus votantes no castigan la corrupción, todo son inventos, ellos viven en un mundo paralelo donde Rajoy es un buen líder y en donde su dicción es aceptable. No ven las montañas de basura a su alrededor, esa pasividad…esperan que la Z se desprenda y caiga de su altar para en su lugar colocar la D de la derecha más rancia. Alguien podría explicar eso sí, porque en un momento en el que los principios más liberales defendidos por los conservadores de todo el planeta han fracasado y son origen de la crisis, éstos no sólo no pagan la factura sino que son elegidos masivamente por sus ciudadanos. Algo huele cada vez más a podrido en esta sociedad, egoísta, deformada, y a la cual le asustan los cambios; todo sea por mantener el actual sistema aún a costa de que sea un muerto viviente al que no paran de hacerle la cirugía estética.
Quizás este año sea el de la demolición de mi optimismo. Cada día me creo menos lo que la gente me dice, cada día me creo menos los disfraces de palabras que usan algunos para ocultar su propia inmadurez cuando no estupidez. Supongo que en la lista de decepciones ajenas, de esos que me han tenido en su vida de una forma u otra, también tendré un puesto, pero mi lista de este año es tan amplia que va desde esos que lo prometen todo y son auténticos fraudes, pasando por amigos de dudosa duración, incluyendo a ocupados de agendas igualables a la de un ministro que creen, ilusos, que el mundo girará en torno a ellos. En las realidades propias todo vale, lo que no vale es intentar maquillar hasta el límite lo que no aguanta ni una leve capa de polvos.
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