viernes, 3 de julio de 2009

Mi azucarillo.



Esta mañana eché un azucarillo a mi té, y mientras se disolvía ví como se iba dibujando entre el té un hilo traslúcido, parecía un teléfono, umm no espera igual no era un teléfono sería una llamada, sí como esas que nunca llegan. Seguí mirando mi té y me imaginé a una niña pequeña con voz nasal y fea y pensé que no era un dibujo sino una compañera mala de proyectos y me asusté. Sorbí un poco de té y por un momento, mientras tragaba sentí como el fuego se apoderaba de mí, y tal vez no fue el té sino el calor que lo impregna todo y que nos animaliza.

Con el té en el estómago apareció en la tele un espía que ya no es espía por ser poco cuidadoso, y pensé en aquellos espías madrileños de los que ya nadie habla, y por un instante me imaginé a Espe tomando el té a las 5 y tramando sus mentiras. Y estornudé no sé muy bien como y se me vino a la mente esa chica que fue mandada a casa tres veces y tenía gripe A, toda una muestra del surrealismo matador de la sanidad 'pública' de esta empresa - comunidad. Y seguí en mis delirios ahora con un trailer de una película que nos viene a decir que la venganza es lo más y me imagine a AR y su rata acompañante corriendo detrás de los malos soltando hachazos limpios y con cabezas rodando. Y en esta España tolerante me he dado cuenta de que los fachas usan estas fechas para soltar sus babas homófobas y despacharse a gusto, vienen a ser como perros rabiosos, inseguros , de esos que creen que un gay se liaría con cualquier tío y que sólo buscan metérsela, probrecitos ellos que no saben que la mayoría de las veces son tan feos que nadie se fijaría en ellos, ni una tía ni un tío.

El azucarillo sigue deshaciéndose, entre pensamientos verticales, horizontales, entre gente madura e imadura, entre líderes sosos y otros peores, entre tíos que mienten sin más, entre amigos que lo son, entre nuevas personas que no paran de sorprenderte, entre inmaduros veinteañeros, entre gente que cada día es más cercana y que está ahora lejos en una isla perdida perdida... Color o negro, simplicidad o complejidad, siempre la misma cuestión, en este mundo hay muchas cosas pero...¿quién soy yo? No me veo en mi azucarillo.

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