Hace unos días cogí el metro con dirección a esa estación 'Las suertes' perdida en donde Madrid deja de ser ciudad y se convierte en un páramo de solares con algunos edificios horrendos a su alrededor. No sólo el paisaje urbano sufre una drástica transformación, lo hace y de forma severa también el aspecto de la gente. La cosmopolita Madrid del distrito centro se va desdibujando a medida que las estaciones se acercan a Vallecas. El microcosmos moderno es sustituido por otro menos agradable pero que resulta ser más real que la imagen distorsionada del mundo pop. En frente y a lo largo de muchas paradas tenía una pareja de unos 17 años, y a su lado un carrito con una niña que era la hija de éstos. Probablemente esos padres puedan querer mucho a su hija pero no deja de ser un error tener un niño a esa edad...Iba pensando en mis cosas de nuevo cuando llegué a mi destino, salí y me encontré con un conjunto de edificios desprovistos de casi todo menos de la avaricia constructora, y entre esos engendros y solares vacíos se alzaba el centro comercial de rigor. Madrid ha ido creciendo sobre este esquema, poco importan las dotaciones, poco importa la creación de un entorno urbano agradable, hasta hace un año sólo importaba la cuenta de resultados de las empresas constructoras y el afán de enriquecimiento de algunos ayuntamientos. Ese desmedido afán que comenzó con la liberación del suelo del gobierno de Aznar (el suelo vale lo que vale por su ubicación, no obedece estrictamente a criterios capitalistas) fomentó una dispersión de los núcleos urbanos que en Madrid y bajo años de gobiernos de derechas se ha traducido en la pérdida total del concepto de ciudad. Son muchos los núcleos poblacionales que viven en torno a diferentes centros comerciales, la vida de ciudad, el pasear por las calles, la socialización han sido sustituidas por el centro comercial. Este modo de hacer 'ciudad' que puede tener sentidos en países fríos en España resulta un despropósito, porque va en contra de la tradición mediterránea de país. El horror ha sido que semeante disparate ha sido fomentado por las administraciones, en aras de un liberalismo que se base única y exclusivamente en la rotura de la sociedad. En este momento en el que la crisis se va volviendo más dura, muchos harían bien en considerar como han gestionado sus ciudades. El alcalde la ciudad donde vivo, muy bien considerado por muchos, no ha podido ser más mediocre en su gestión, más inoperante en la creación de ciudad, más inepto en la adjudicación de obras...Y la presidenta que comparte con el otro un enorme ego, no ha hecho más que prolongar ese sistema de barrio pegado a enorme centro comercial. Ambos son ejemplos de la negación real de la sociedad, del espacio urbano como bien común, y ambos son también responsables de que Madrid sea una ciudad atrasada en la innovación en urbanismo.
La desolación que se siente al ver esos solares vacíos del reino Espe me ha asaltado hoy de nuevo mientras despegaba de Barajas al ver los alrededores llenos de solares que iban a ser construidos y que ahora han sido abandonados hasta que la codicia capitalista vuelva a tener dinero. Hay días en los que es inevitable bajarse del arco iris de color y colocarse en ese mundo gris del que tanto habla Espido Freire. En mi mundo gris se ven cosas que no me gustan, se lee como el Vaticano se alinea con Irán, Arabia Saudí para evitar la despenalización internacional de la homosexualidad...y en esos momentos prefiero ponerme el ipod y escuchas a Las Escarlatinas. A todo color me gusta vivir aunque a veces el rojo sea tomado por un gris desesperanzador.
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