lunes, 8 de junio de 2009

España y Europa se entregan a la derecha.

Los electores europeas han castigado a toda la socialdemocracia y confían en los conservadores para salir de la crisis. Esto es así, sorprende primero porque las ténicas que usan Merkel o Sarkozy son más bien socialdemócratas y sorprende también porque en un momento de crisis global provocada por la avaricia y el descontrol capitalista, los europeos premian precisamente a los partidos que defendieron con gran ahínco esas posiciones. Sale premiado también Berlusconi, su veneno se extiende ya como mancha imparable por la UE, la derecha ha barrido en Italia, Inglaterra, Francia y Alemania.

España se suma ahora a la marea conservadora con un triunfo claro pero no abrumador del líder, cada vez menos interino, Rajoy. Los electores españoles castigan al gobierno por su gestión de la crisis pero sin embargo votan en masa en las ultraconservadoras Madrid y Valencia, premian la corrupción, el despilfarro, la manipulación...Nada daña a la derecha ni en Europa, ni en España donde sus votantes son verdaderos hooligans, y donde los trabajadores son cada días más imbéciles pensando que un eventual triunfo del PP les devolvería empleo y prestaciones, y los libraría de una brusca reforma laboral. Así mientras EEUU tiene una presidencia rupturista con el sistema anterior y moderadamente progresista, en Europa el parlamento ha quedado en manos de la dereca más auténtica y de una pandilla de escépticos que no creen en Europa, sólo el ascenso de los verdes es un pequeño consueño. Euorpa ha empezado el lunes tremendamente derechizada, tanto que asusta, asusta la impunidad de ciertos líderes, de sus desmanes, asusta que algunos de estos líderes pontifiquen y critiquen a Venezuela cuando entre nosotros tenemos a verdaderos corruptos que promueven leyes aún peores, y asusta ver como los habitantes de esta Europa no entienden nada y entregan el poder absoluto a la derecha en un momento que precisa de las recetas de la izquierda.

Ayer decía Saramago que no podía sino llamar 'cosa' a Berlusconi, pues yo no tengo más que llamar 'cosa' a Europa, una cosa de la que sinceramente cada vez me siento más alejado, una cosa que se autodestruye, una cosa en la que ni los europeos creen y una cosa que es rehén de los mismos que nos han metido en esta espantosa crisis, un espanto en definitiva lo que ha ocurrido.

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