
El disco en sí, del mismo título que su autora, tiene exactamente los mismos fallos de siempre, unas letras hipercursis que molan bastante poco, y una melodía poco adecuada y arítmica; ejemplo de esto es 'Mirando al mar'. '4 segundos' suena un pelín a las rápidas de LOVDG y con otra letra que da algo de vergüenza por repititva, y con ese estribillo metido con calzador, que tiene ese toque de alargar las sílabas que tan desesperante puede llegar a ser. 'Tulipán' es el tema que dedica a su exgrupo y que es tan remala y tan recursi que a uno le dan ganas de saltársela rápido, más cuando suena tan hipócrita...Y de repente se pone con toque mexicano o algo así en 'Ni quiero ni puedo' y yo ya no puedo más, eso de mi 'cabecita con nuestros recuerdos' ya puede conmigo. Amaia Montero representa como nadie los vicios del pop mainstream en España, y no aporta nada que no haya hecho antes; total que su disco es lo más prescindible y encima es oportunista. No cuela Amaia, vete a San Sebastían. 0,5/10
La otra cara de la moneda es Juana Molina, una forma completamente diferente de entender el pop, lo deja bien claro en los ocho cortes de 'Un día'. 'Dar' con sus múltiples capas, su intrumentación cambiante y los susurros de Juana es todo un acierto y recuerda por momentos a una Bjork en forma. 'Un día' tiene ritmo, un sonido de fondo que se pega y su voz que va superponiéndose, 'Los hongos de marosa' sigue ese camino experimental prácticamente con voces susurreantes. 'Lo dejamos' y 'No llama' usan casi en exclusiva los instrumentos. Desde luego no es un disco con hits, ni un disco que vaya a entrar con facilidad pero se aprecia el riesgo. 6/10
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